En los primeros días de A.A., no me preocupaba mucho de las áreas de
la vida en que estaba manteniendo el status quo. Tenía siempre un
pretexto: "Después de todo", me comentaba a mí mismo, "estoy
demasiado ocupado en otros asuntos mucho más importantes". Esta era
mi casi perfecta receta para la comodidad y la satisfacción de sí mismo.
* * *
Cuántos de nosotros nos permitiríamos decir: "Bueno, estoy sobrio y
contento. ¿Qué más podría desear o hacer? Estoy bien tal como soy".
Nos damos cuenta de que el precio de este tipo de satisfacción con uno
mismo es inevitable retroceso, interrumpido en algún punto por un
brusco y penoso despertar. Tenemos que desarrollarnos o nos
desintegraremos. Para nosotros, el status quo puede ser únicamente
para hoy, nunca para mañana. Tenemos que cambiar; no podemos
permanecer inmóviles.
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